EL QUESO Y LOS GUSANOS

Posted on oct 28, 2014

Una metáfora de la forma del universo según Menocchio, molinero italiano del siglo XVI.

Hemos dicho que es imposible hacer cortes claros dentro de la cultura de Menocchio (el molinero cuyo “caso” analiza el libro de C. Ginzburg). Solo nuestra mirada retrospectiva nos permite aislar aquellos temas, que ya entonces confluían con las tendencias de una parte de la alta cultura del siglo XVI, y que, en los siglos sigientes, se han vuelto patrimonio de la cultura “progresista”: la aspiración a una renovación radical de la sociedad, la corrosión desde dentro de la religión, la tolerancia. Gracias a todo ello, Menocchio se inserta en una subtil, retorcida, pero muy clara línea de desarrollo que llega hasta nosotros: podemos decir que es nuestro antepasado. Pero Menocchio es también el fragmento perdido, llegado a nosotros por casualidad, de un mundo obscuro, opaco, que solamente por un gesto arbitrario podemos reconducir a nuestra historia. Esa cultura ha sido destruida. Respectar en ella el residuo de indecifrabilidad que resiste a todo análisis no significa caer en la fascinación idiota de la exótico y lo incomprensible. Significa simplemente hacerse cargo de una mutilación histórica de la que nosotros mismos somos víctimas. “Nada de lo que ha sucedido se pierde para la historia” recuerda Walter Benjamin. Pero “solamente a la humanidad redimida le pertenece enteramente su pasado”. Redimida, o sea liberada.

 

Ginzburg, Carlo, Il formaggio e i vermi, 1999. pag XXV